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El turismo puede convertirse en una pequeña tabla de salvación para determinadas comunidades que se encuentran con dificultades para competir en otros ámbitos, pero siempre que el modelo que se aplique sea un modelo de turismo responsable que beneficie a todos los implicados y no sólo a unos cuantos.

Innovar es no quedarse parado ante las previsiones que indican una bajada en el número de clientes y de servicios vendidos. La pregunta clave es: ¿cómo atrapar nuevos clientes? Y eso lleva a conocer muy bien qué es lo que las personas desean cuando planifican su tiempo de ocio. 

                                 
Conociendo a sus clientes y sus posibilidades, el turismo se enfrenta a la necesidad de abrirse a nuevos mercados, a encontrar nuevos productos y servicios y conseguir lo que se denomina la “desestacionalización.
Un turismo más responsable implica un viajero consciente de su actuación, que quiere disfrutar plenamente su viaje, pero sin dejar una huella negativa a su paso por los mundos que visita. Sin embargo, también implica la necesidad de que las administraciones públicas y empresas de los destinos adopten también unas prácticas que minimicen los impactos negativos del turismo y maximicen los positivos.